El Solista
El solista bien podría constituirse en una obra de teatro, donde los dos protagonistas llevaran a cabo interpretaciones magnificas de sus roles. El músico mendigo necesitado de la oportunidad y el cronista solidario con una pobre vida afectiva. No hace falta mas. Ya con ellos dos, el film tiene consistencia. La riqueza del medio ambiente que rodea a ambos logra definirlos como los atractivos personajes que se nos muestra.

La película se lleva muy bien, sin mayores sobresaltos, con una historia medida y controlada, que contiene a estos dos seres como si fueran los últimos que habitaran el mundo. Sin embargo, Wright peca de efectista con algunos planos distanciadores y reiterativos, que mas que funcionar como signos de puntuación en el relato, aparecen como insistentes recordatorios de la soledad de estos dos seres, definidos desde un comienzo como tales. Planos cenitales sobre playas de estacionamiento, cubiertas de automóviles perfectamente estacionados en su cuadricula en, al menos dos oportunidades, o planos secuencias con la cámara recorriendo el espacio para demostrar la vorágine de lo que rodea a estos seres aislados; la redacción, la estación de policía, el hospital, el albergue social, y por ultimo, un plano insistente de uno de los personajes con un ventilador que amenaza desde atrás, como preludio del único momento crispante de la película. Efectismo usado hasta el hartazgo, despojado de significancia. Y no es que estemos hablando de un director primerizo, sino de quien ha realizado obras como Orgullo y Prejuicio (2005) y Expiación (2007), entre otras.